Después de competir en los 1500m en París, escuche de primera mano el viaje de Kate, la experiencia olímpica de nuestra Gerente Regional Canadiense y cómo es la preparación para el escenario mundial.
¡No podríamos estar más orgullosos!
Este verano, tuve el privilegio de unirme al Equipo Canadá en París para competir en los Juegos Olímpicos en los 1500 metros, una experiencia absolutamente inolvidable. Los preparativos olímpicos comenzaron con dos campos de entrenamiento: primero, un campo de entrenamiento de gran altitud en St. Moritz, Suiza, seguido de un campo de adaptación al calor en Barcelona, España. Suiza fue un punto culminante de toda la experiencia olímpica, ya que muchos de los mejores atletas del mundo vivían y se entrenaban al mismo tiempo en el pequeño y remoto pueblo de esquí de los Alpes suizos. El pueblo parecía dirigido por atletas profesionales, todos ellos preparándose para los Juegos Olímpicos.
Tres días antes de mi primera carrera, viajé de Barcelona a París con un grupo de atletas de pista canadienses. Los días previos a la carrera los pasé agachando la cabeza y tratando de controlar los nervios. La Villa Olímpica era un entorno único. Atletas de todos los rincones del planeta se reunían, cada uno con sus propias historias, sueños y ambiciones. Los días giraban en torno al entrenamiento y la comida. Prolongábamos las comidas durante varias horas para pasar el tiempo. Era increíble formar parte del Equipo Canadá, donde la camaradería iba más allá del día de la carrera.
Entrar en un estadio lleno con 80.000 aficionados -cuatro veces la población de mi ciudad natal, Cobourg- era surrealista. La energía del público era electrizante, y entrar en la pista era como entrar en otro mundo. Las carreras fueron intensas. Las dos veces que salí a la pista sabía que me enfrentaba a los mejores del mundo. Formar parte de una competición de tal calibre y competir contra mujeres a las que había idolatrado durante años fue una lección de humildad. Aunque me decepcionó el resultado de mis actuaciones, fue una experiencia única en la vida (¿quizá dos?) y estoy más que agradecida por poder llamarme olímpica.
Representar a mi país en el mayor escenario del mundo fue un honor absoluto, y llevaré conmigo para siempre los recuerdos de esta experiencia.
– Kate Current, MESc., EIT